No sé en qué momento nos hicimos esclavos...
Yo confieso que fui esclava del tiempo, de las manecillas de un reloj. Un reloj atado a mi muñeca marcando cada segundo de mi vida. Era el complemento perfecto, mi enemigo camuflado. Marcaba mi ritmo, mi tiempo, mi trabajo, mi ocio, mi relax y mis "no llego".
No sé en qué momento lo dejé a un lado. Ni cómo llegué a olvidarme de él. Tan solo sé que un día en mi muñeca ya no hubo más relojes y fui feliz así, aunque ahora lo haya sustituido por otro artilugio mucho más completo y que, a día de hoy, me ata aún más pero, hace que mi vida sea mucho más amena. Lo que no advertí en ese momento es que este nuevo juguete se iría adueñando de mi y se convertiría en "sin ti no puedo vivir".
Se lo que estás pensando... pero, tú también has caído en sus redes y sin él ya no puedes vivir. Incluso ha mejorado con los años. De momento ni pienso, ni quiero sustituirlo porque, ahora sin el móvil es como si me faltara un trozo de mi cuerpo.
Antes fue el reloj, después el móvil, y quién sabe cuántos de nosotros tiene secretos inconfesables que lo ataron a algo.
Así que, tengamos cuidado con la cuerda que elegimos para atarnos.
Piénsalo... somos esclavos y no somos conscientes. Yo al menos lo admito, ¿y tú? ¿de qué eres esclavo?
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