domingo, 15 de julio de 2018

1,2,3...probando...

   
No somos perfectos, aunque algun@s lo crean y deseen alcanzarlo. Lo bonito de la vida es la diversidad, la genialidad, ensayo y error, el no saber qué va a pasar, el descubrir cómo llegar.
No saben lo que se pierden aquellos que viven obsesionados con la perfección. Porque hay que  distinguir entre querer hacer las cosas bien y en hacerlas perfectas. 
En este mundo todo se aprende ensayando, errando, cayéndose, perdiéndose y equivocándose mucho. Si haces todo bien a la primera, yo desconfiaría... porque nadie es perfecto. Y no es cuestión de que seas más o menos patoso, es cuestión de que nadie nace sabiendo.
A algunos se les olvida, sobre todo cuando te señalan con el dedo, precisamente porque no se acuerdan de sus comienzos. Y eso siempre debemos tenerlo presente, ¿o a caso nunca llevaste la "L" cuando te sacaste el carnet de conducir?
Todos hemos llevado un cartel de novato, todos hemos tenido una primera vez en algo y todos hemos errado en algo de lo que ahora somos expertos. 
Por eso siempre debemos tener presentes que fuimos aprendices de todo y que seguro, a pesar de los años seguiremos aprendiendo, equivocándonos y perdiendo un poco el norte hasta encontrar nuestro camino. 
Muchas de las cosas que hoy conocemos y que nos parecen de lo más normal, surgieron precisamente de un error, de un "voy a probar a ver qué tal" y fruto de ese experimento nacieron multitud de cosas.
Así que, antes de reirte, señalar, pitar o perder la paciencia, recuerda que tú alguna vez estuviste en ese punto y que lejos de que te gritaran o perdieran la paciencia contigo, lo que menos necesitabas era eso. Así que, recupera la paciencia y recuerda que tras esa apariencia de imperfección, puede que se esconda un gran descubrimiento. 

¡Lo que te hace auténtic@ son tus imperfecciones!

domingo, 1 de julio de 2018

Una esclava del reloj....

 No sé en qué momento nos hicimos esclavos...

Algunos del tiempo, otros de objetos, otros de hobbies y hasta de personas...

 Yo confieso que fui esclava del tiempo, de las manecillas de un reloj. Un reloj atado a mi muñeca marcando cada segundo de mi vida. Era el complemento perfecto, mi enemigo camuflado. Marcaba mi ritmo, mi tiempo, mi trabajo, mi ocio, mi relax y mis "no llego".

No sé en qué momento lo dejé a un lado. Ni cómo llegué a olvidarme de él. Tan solo sé que un día en mi muñeca ya no hubo más relojes y fui feliz así,  aunque ahora lo haya sustituido por otro artilugio mucho más completo y que, a día de hoy, me ata aún más pero, hace que mi vida sea mucho más amena. Lo que no advertí en ese momento es que este nuevo juguete se iría adueñando de mi y se convertiría en "sin ti no puedo vivir". 

Se lo que estás pensando... pero, tú también has caído en sus redes y sin él ya no puedes vivir. Incluso ha mejorado con los años. De momento ni pienso, ni quiero sustituirlo porque, ahora sin el móvil es como si me faltara un trozo de mi cuerpo. 

Antes fue el reloj, después el móvil, y quién sabe cuántos de nosotros tiene secretos inconfesables que lo ataron a algo.

Así que, tengamos cuidado con la cuerda que elegimos para atarnos.
Piénsalo... somos esclavos y no somos conscientes. Yo al menos lo admito, ¿y tú? ¿de qué eres esclavo?